Mentir está mal. Seguro que te lo han repetido desde que era pequeño y seguro que lo has repetido a tus hijos, sobrinos… (algo que se le olvidó comentar Fernando Blanco a su hija Nadia Nerea) El caso del marketing y no vive a espaldas de esta premisa, por supuesto.

Es muy fácil, como ya hemos visto, caer en algunos de los errores más típicos del copywritting. Es muy fácil decir que somos los mejores, los líderes del mercado, que nuestro producto es el más innovador…, Pero todo eso hay que demostrarlo.

Nadia Nerea, las mentiras y la estrategia de marketing

No sé si conoces el caso, pero vamos a resumirlo rápidamente. Un padre visita diferentes medios de comunicación, televisiones, periódicos…, con su hija en brazos. Allí relata que su hija sufre tricotiodistrofia, una enfermedad con un tratamiento muy difícil y que si espera unos meses su hija morirá. Solicita ayuda económica, porque dice que ha encontrado en Afganistán, en una cueva, a un científico de reconocido prestigio que puede realizar una intervención a su hija. Se trata de “unas pequeñas incisiones en el cráneo para así alterar el cerebro y resetearlo”. Además, afirma que ha reclutado a los más brillantes científicos y que, en unas instalaciones del Centro de Investigación Aerospacial en Houston trabajarán para Nadia. Adorna esta historia tan complicada de entender con multitud de cifras que le aportan un halo científico a su relato. Finalmente, se ha descubierto que, aunque es posible que la niña esté enferma la tricotiodistrofia no es una enfermedad mortal y que, por supuesto, la supuesta intervención que le iban a realizar es ilegal en todo el mundo.

A través de este artículo de El Mundo muchos médicos profesionales y periodistas empezaron a encontrar esas lagunas en su historia. De esta forma, engañó a multitud de periodistas y, por tanto fueron muchos también los espectadores que decidieron contribuir a su estudio con diferentes cantidades económicas.

No seas Fernando Blanco al diseñar tu estrategia de marketing

Los clientes y usuarios no son tontos. Y en un momento en el que cada vez tendemos a ser más customer centric, vamos a respetarles y no tratarles como a personas que no conocen de lo que estamos hablando. Seamos sinceros con ellos. Contemos todos los beneficios de la empresa o el producto, pero siempre hablando desde la verdad y con datos que puedan ser verificados y contrastados por ello, si así lo desean.  No es necesario rodear a nuestros productos con nombres científicos muy difíciles de pronunciar para que así parezca que son los mejores.

Convirtamos a nuestros actuales clientes en evangelizadores de nuestra marca y que, de esta manera, sean ellos los principales prescriptores de nuestros productos.

Este caso ha sido muy mediático y va a suponer un duro golpe para todas aquellas asociaciones y fundaciones que tratan de ayudar de verdad a personas con enfermedades raras. Porque perder la confianza en nuestros clientes es muy sencillo, pero recuperarla y volver a la situación inicial es un trabajo enorme. Podemos cometer errores, equivocarnos en algún punto de nuestra estrategia de comunicación, pero si nos hemos equivocado debemos reconocerlo y ser sinceros con los clientes. Ellos son nuestro mayor activo.